domingo, 27 de mayo de 2007

¡Ésto sí que es Australia!

Volamos a Darwin con un jersey en el equipaje de mano porque los aires acondicionados del avión, como bien sabréis, son bastante cañeros. Pues bien; una vez allí el jersey se ha convertido en la prenda más inútil: que calor!!!
En Darwin hay una temperatura de 30 grados mínimo pero se ha de añadir una humedad brutal. Tal como sales del aeropuerto la camiseta se te arrapa al cuerpo...y todavía sigue arrapada y de eso hace ya unos 5 días.
La verdad es que la ciudad no tiene nada de especial pero siempre es bueno ver cosas nuevas. Es una ciudad pequeña (ni la mitad de Sabadell) y muy moderna ya que en el 74 hubo un ciclón que la dejó extraplana.
Lo bueno de esta ciudad es que por lo menos hemos visto algo que hasta ahora no había sido posible: australianos.
Sí, por fín! En Sydney brillan por su ausencia...pero existen. Todo el mundo nos había puesto en sobreaviso sobre lo bordes que eran y tal, pero al menos con nosotros, todo lo contrario. Son extremadamente amables. Un par de veces nos vieron con un mapa abierto intentando situarnos y te vienen en plan: necesitas ayuda? Yo pensaba que eso sólo pasaba en Zurich o Berna...

Después de 2 días en Darwin fuimos a por la furgoneta. Dos tíos de ciudad que se tiran 25 minutos en la ducha cada mañana y que lo más cerca que estan de la naturaleza son los documentales de la 2, se disponen a meterse a convivir 9 días y a cruzar media Australia conduciendo en un trasto que no tiene ni ducha ni lavabo...todo un reto.




A que es chula?!?!

El norte de Australia es el paraíso de los cocodrilos. Así que nuestra primera parada en el camino fue un sitio para ver saltar cocodrilos en el río Adelaida.
Te subes en un pequeño barquito y una guía te da unos cuantos consejos de seguridad: no saques ninguna extremidad del barco, el salvavidas está debajo del asiento... y que si el barco se hundiera es mejor tirar el salvavidas a un lado y nadar echando leches hacia el otro y tendrás más probabilidades de sobrevivir que esperar a que te vengan a rescatar! Ahora vereis porque:




Metiendo barriga

De cerca da mucho respeto

Nuestra siguiente parada es Kakadu Park. Es un parque natural enorme, y cuando aquí algo ellos mismos dicen que es enorme, es que es enorme, palabra. Es una gran reserva natural en la que puedes hacer rutas de senderismo muy chulas o cruceros para ver pájaros, etc...



Los habra por aqui?

Nosotros llegamos de noche y nos metimos en el primer cámping que vimos. Este era el camping más silvestre que he visto en mi vida! Aquí, en cuanto cae la noche, es la hora de los bichos. Odio los insectos y hemos venido a su tierra prometida. En la vida había podido pensar que en un sitio podría haber tantos millones y millones de mosquitos, arañas, cienpies, saltamontes, grillos y mil clases más! Es asqueroso: la taza del vater, la ducha, la comida, etc...pero sobreviviremos!! A parte de esto, no dejan de oirse ruidos de animales extraños, algunos muy siniestros, etc...
La verdad es que esa primera noche fue muy entretenida: Quique, que es un santo, se aventuró a hervir algo de arroz para cenar y claro; la temperatura dentro de la furgoneta ascendió unos 20 grados, que sumados a los 35 que había fuera y al medio kilo de repelente de bichos que yo había hechado, dio como resultado una atmósfera de lo más agradable para respirar...y encima el arroz tuvo sustento porque evidentemente, si hay mil bichos dentro de una furgo, por narices alguno cae en la olla! Por suerte no se ve mucho y ya se sabe: ojos que no ven...


Cuando terminamos de ¿cenar? (a las siete de la tarde) nos fuimos al bar del camping. De vuelta a la furgoneta empezamos a oír ruidos muy extraños cerca de nuestro vehículo. Imaginaos la situación: dos tíos (en ese momento muy pegados el uno del otro) con una mierda linterna que no ilumina a medio metro, intentando descubrir que cojones mueve la hierba en un camping sin nada de luz, en medio de la selva Australiana. Era un dingo! En ese momento nos dio mucho respeto pero salió pitando en cuanto lo iluminamos...el mismo proceso se repitió unas cuantas veces hasta llegar al coche; pero con diferentes protagonistas: un sapo y otras cosas que no llegaron a ser identificadas. A la mañana siguiente vimos dos dingos más y la verdad es que no dan nada de miedo, son como medio perrillos medio zorrillos pero nada que ver con el pedazo de lobo asesino de ojos brillantes que vimos la noche anterior ;-)

El dia siguiente también fue muy entretenido: un par de rutas andando de varios kilometros (bajo un sol de justicia) y una puesta de sol preciosa desde el monte Ubir (sitio sagrado para los aborígenes). El sol se refleja en las aguas pantanosas y es espectacular.




En el monte Ubir

Una vez vista la puesta de sol, cogimos el coche. Condugimos un rato, nos paramos en la cuneta y el coche se paró. Y ya no arrancó. En medio de la nada, haciendose de noche...no pintaba muy bien, la verdad. Por suerte paramos a un coche del que bajó un pureta australiano curtido en mil batallas como aquella, le contamos que creíamos que era la batería y el tío saco un tester de su coche, la chequeó, la agitó y nos encendió el coche de nuevo! San aussie. Así que el día fue completito de verdad.

Habias visto alguna vez a uno asi lejos del Prestige?

Ayer fue un día más tranquilo: buscar un taller para mantenimiento de la batería, ver un poco de arte aborígen en las rocas y un crucero bien tranquilo habitado por réptiles enormes ;-) y pájaros.

Sobran los comentarios...

Hoy empezaremos el camino hacia la gran roca roja. Es el objetivo final de esta etapa, aunque todavía quedan unos 1400 km por carreteras bastante indecentes y pueblos remotos en medio del desierto.

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